jueves, 5 de noviembre de 2015

CUADRO III

EL BOSCO, El jardín de las delicias (1500-1505)

El jardín de las delicias es una de las obras más conocidas del pintor holandés Hieronymus Bosch (el Bosco). Se trata de un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 x 389 cm, compuesto de una tabla central de 220 x 195 cm y dos laterales de 220 x 97 cada una (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre aquella.
Obra de contenido simbólico, sobre el que se han ofrecido variadas interpretaciones, como El carro de heno o la Mesa de los pecados capitales, obras todas ellas adquiridas por el rey Felipe II de España, gran admirador del pintor, y guardadas durante algún tiempo en el Monasterio de El Escorial, obedece a una intención moralizante y satírica que iba a hacer fortuna ya en su época como demuestra la temprana aparición de copistas e imitadores.
Considerada como una de las obras más fascinantes, misteriosas y atrayentes de la historia del arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición permanente del Museo del Prado de Madrid, donde ingresó como depósito del Patrimonio Nacional en 1939.
El jardín de las delicias (panel central)

La tabla central es el Jardín de las delicias, propiamente dicho; mide 220 cm de alto por 195 de ancho. Un falso paraíso en el que la humanidad ya ha sucumbido en pleno al pecado, especialmente a la lujuria, y se dirige a su perdición. Decenas de símbolos diferentes, cuyas claves solo pueden sospecharse, pueblan este espacio opresivo y angustioso en el que la locura se ha apoderado del mundo. Aparecen tanto hombres como mujeres, blancos y negros, desnudos. Se muestran todo tipo de relaciones sexuales y escenas eróticas, principalmente heterosexuales, pero también homosexuales y onanistas. Además, aparecen también relaciones eróticas o sexuales entre animales, e incluso entre plantas. La parte inferior de la tabla está dominada por numerosos desnudos, en grupos o en parejas, junto con extrañas plantas, minerales y conchas o comiendo grandes frutos. Todas las frutas (cerezas, frambuesas, fresas, uvas, madroños, etc.), son una clara alusión a los placeres sexuales. En la Edad Media, la expresión «coger fruta» equivalía a tener comercio carnal. Pero, al mismo tiempo, las frutas simbolizan la fugacidad de dicho placer, pues pasan en unos días de la frescura a la putrefacción.
 
El jardín de las delicias (panel izquierdo)
El postigo de la izquierda representa el Paraíso terrenal. Mide 220 centímetros de alto por 97,5 cm de ancho. Al fondo puede verse la Fuente de la Vida. En primer plano hay una escena del todo atípica ya que no representa ni la creación de Eva de la costilla de Adán, tampoco el modo de comportarse en el jardín, ni la reconvención que sigue a la expulsión del paraíso, los únicos temas relatados en el Génesis en relación con este episodio. En esta curiosa y original escena aparecen Dios, Eva y Adán. Adán está despierto, lo que sólo aparece en miniaturas, y Dios le está presentando a Eva, recién creada. Dios está representado de una manera anticuada para los tiempos del Bosco: como Jesucristo Eva se encuentra arrodillada en el suelo y toma de la mano a Dios. Adán, tumbado, mira a la futura pecadora. Junto al primer hombre y la primera mujer aparece el Árbol de la vida (un exótico drago), y en un segundo plano, a la derecha, el Árbol del bien y del mal (una palmera, también llamado el árbol de la ciencia), ya que alrededor de él se enrolla la serpiente tentadora. Dado que en el siguiente panel se representa un mundo lujurioso, se ha interpretado esta tabla como el preludio de lo que después acontecerá.
En lo que a primera vista parece el típico Edén, asociado a la idea de paz y sosiego, con poco que observemos, ese idílico escenario se ve truncado. Varios signos de hostigamiento irrumpen, los animales se enfrentan unos a otros: un león derriba a un ciervo y se dispone a comerlo, un extraño bípedo es perseguido por un jabalí. En el estanque, las disputas entre los animales vuelven a reanudarse: un leopardo lleva en la boca un ratón, un ave devora una rana. Son señales ajenas a la paz paradisíaca que suelen interpretarse como aviso de pecado.
  • El pecado femenino se personifica en los bichejos que se arrastran por la tierra (insectos y reptiles) o nadan por el agua (anfibios y peces), ya que, de los Cuatro elementos (tierra, agua, fuego y aire), la tierra y el agua eran consideradas esencias pasivas llenas de fecundidad que, como la mujer, reciben la semilla.
  • El pecado masculino se representa por las alimañas que vuelan (insectos voladores, aves, murciélagos…), ya que el aire es considerado un elemento activo, asociado al fuego y opuesto a la tierra, por lo tanto, masculino.
El jardín de las delicias (panel derecho)
El postigo de la derecha representa el Infierno. Mide 220 cm de alto por 97,5 de ancho.
También es conocido como El infierno musical, por las múltiples representaciones de instrumentos musicales que aparecen. Se ignora por qué el Bosco asocia la música con el pecado. Ha pintado los tormentos del infierno, a los que está expuesta la Humanidad. Describe un mundo onírico, demoníaco, opresivo, de innumerables tormentos. Es una tabla muy sombría en relación con el colorido de las otras dos: tonos lívidos del infierno de hielo, vivas llamas del infierno de fuego.

CUADRO II

MURILLO, The holy children with a shell (1670)

This painting was painted by Murillo in oil on canvas and he used the technique of chiaroscuo.
The Christ child holds a shell for his cousin John to drink. The latter is identified by the cross and by a lamb. In the sky, the heavens open to reveal cherubs who witness the scene, making it holy. The phrase Ecce Agnus Dei on the cross's banner alludes to Christ's condition as the Lamb of God. Murillo plays with the charm of subjects related to children, which were quite customary in his work, but at the same time, he foreshadows the baptism of Christ by John on the banks of the Jordan River.